martes, 8 de julio de 2008

Martirio desnuda el cante

Martirio volvió a dar una lección de su inmensa capacidad de transgredir la música hispana. La coplista andaluza trenzó el 28 de junio una actuación memorable en Fonseca en la que se apropió de éxitos de ambas orillas del Atlántico para inundarlas de compás flamenco aderezado con influencias del jazz y el blues. Con su habitual manto de hondura sobre el escenario abrazó la música popular del Nuevo Continente, de norte a sur y de este a oeste, y la hermanó con la de su Andalucía natal.
En esta tarde gris, Quisiera amarte menos, La bien pagá Volver o María la Portuguesa fueron modeladas con una voz portentosa sustentada en una sobria puesta en escena y aupada por un majestuoso Jesús Lavilla al piano y un efectivo Raúl Rodríguez a la guitarra. El desamor y la nostalgia fueron de nuevo el elemento aglutinador de un repertorio calcado a su álbum Flor de Piel, aquel que estremeciese los cimientos de la música de raíz a finales de los noventa. La onubense se ganó al público regalándole la oreja a las primeras de cambio. "Me gusta Salamanca. Una ciudad única en el mundo para la historia, la cultura y el arte", acertó a decir una Martirio que se arrancó con una Torre de arena estremecedora y continuó con un El día que me quieras más flamenco que nunca.
La andaluza visitó las tabernas porteñas versionando sus tangos más legendarios, sobrevoló los picos bolivianos ofreciéndose más carnal que nunca, hizo escala en la Cuba de Bola de nieve para rendir tributo a la pasión de un amor desbocado y aterrizó en una Nueva York en primavera perpetua. Martirio invitó a los presentes a desprenderse "del chándal de lágrimas" y de todas las prendas del desamor que nos ponemos cuando el dolor nos invade y abrazar la esperanza con rabia a golpe de hondo quejío. Su actuación hizo vibrar a la audiencia y la de Huelva se mostró encantada en la Hospedería Fonseca. De hecho, en uno de los momentos culminantes del concierto, se quitó sus inseparables gafas de sol para mostrar a la audiencia la belleza y profundidad de sus ojos verdes.
Todos sabemos que la música es universal , pero Martirio la convierte en inmortal.